Música y Musicoterapia
Por Josefina Reyes Simoza
VicVennoticias.-La comunicación que se inicia con los sonidos
en la relación temprana entre el
recién nacido y su madre, constituye la base de la empatía emocional. Antes de entrar plenamente en el mundo de las palabras la persona experimenta el dar y el
recibir mediante la comunicación con ritmos, tonos, trozos melódicos. Es
así como los humanos van expresando las necesidades de bienestar, alimento,
calor, protección
y seguridad. La madre que percibe estas señales
con claridad premia a su hijo con sentimientos de placer y alegría. Si por el contrario
se frustran estos deseos, el niño se pondrá nervioso, triste,
e incluso atemorizado.
Así como la música
ha desempeñado un papel importantísimo a lo largo de la historia
de la cultura y del hombre, también se ha revelado como un elemento
valioso en el tratamiento, la rehabilitación y el adiestramiento de pacientes, que padecen trastornos físicos, mentales o emocionales, debido a que de alguna
manera ejerce un fuerte control
sobre su conducta. Si bien es poco lo que hoy día se
conoce acerca de los efectos
específicos de la música sobre la conducta, sí se puede afirmar que la musicoterapia es una terapia
de la conducta y para su aplicación no es preciso esperar a que
existan grandes trastornos, una ayuda en el momento preciso puede evitar males
mayores.
La tarea que
se persigue al utilizar la musicoterapia que
es que el niño (en el caso de los infantes) salga beneficiado en su maduración personal, en su lenguaje, en su
motricidad, en su capacidad de atención, de observación, en su expresividad, creatividad; en definitiva, conseguir
acelerar su integración social, como objetivo final.
No obstante no existen límites de edades para su aplicación.
El carácter de la música y los efectos producidos, dependen de los
diferentes elementos del sonido
y de sus interrelaciones. Los elementos constitutivos del sonido son
- Frecuencia
- Intensidad
- Timbre o color tonal
- Intervalos
- Duración.
Algunos de estos elementos como: La altura, la intensidad y el timbre, son partes inherentes del sonido como sustancia
acústica, por ello también los animales reaccionan a ellos. Esta característica determina lo que Altshuler (1952) llama: "Respuestas talámicas”. Es decir, aquellas sensaciones que no necesitan
ser interpretadas por las funciones superiores del cerebro no tienen un significado
simbólico, ni intelectual. No obstante cada una de ellas es un factor vital en
el poder emocional de la música. Por otra parte, Los elementos
que dan forma y un sentido expresivo a la música son los producidos por las relaciones entre sonidos, melodía, armonía y el ritmo La
comprensión de estos elementos sí requiere un proceso intelectual, aunque puede ser mínimo.
Por ello, la musicoterapia y la educación musical
se complementan entre sí mucho más
de lo que suponemos pudiendo incluso
llegar a ser parte la una de la otra. Si bien es cierto que un buen educador
musical sigue muchos principios y técnicas de musicoterapia, no es menos cierto que un buen musicoterapeuta realiza muchas de las prácticas
usadas en educación
musical. Diferenciaremos mejor la musicoterapia de la educación
musical si destacamos que el musicoterapeuta siempre se va a ocupar fundamentalmente
de obtener cambios de conducta y no así de obtener un perfeccionamiento musical. Así
pues, el musicoterapeuta es mucho más sensible a la conducta
no-musical del niño, mientras que un educador
musical lo es a la conducta musical del mismo. A pesar
de todas estas razones señaladas la musicoterapia
y la educación musical tienen mucho en común.
Josefina Reyes Simoza
MSc.
en Educación Especial
Diplomados
en Estrategias de Superaprendizaje y en
Neurociencia
aplicada a las emociones- Locutora-
Conferencista
Profesional - Master en Oratoria con elementos de Coach
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